By Por KARIN LAUB

AMÁN, Jordania (AP) - Las perspectivas de financiamiento son "desalentadoras" y es probable que los refugiados sirios afronten nuevos recortes en la ayuda alimentaria que reciben, advirtió la responsable del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en una entrevista tras inspeccionar el frigorífico casi vacío de una familia de refugiados y reunirse con niños obligados a dejar la escuela para trabajar y ayudar a sus familias.

Ertharin Cousin, la directora ejecutiva de la agencia de Naciones Unidas, pidió a los países donantes que entreguen más millones para los desplazados por el conflicto que asola Siria desde hace cinco años.

"Necesitamos que todo el mundo reconozca que, como comunidad global, debemos seguir respaldando a estas familias, a estos niños, hasta que la situación política se resuelva", dijo a la Associated Press tras reunirse con refugiados en la capital jordana, Amán.

"Pedimos a la comunidad de donantes y contribuyentes de todo el mundo (...) que sigan asistiéndonos", dijo Cousin agregando que "los niños deben comer todos los días, una madre debe cocinar y llevar comida a la mesa cada noche".

Desde el inicio del conflicto en 2011, más de 4 millones de sirios huyeron a países vecinos. Unos 630.000 han encontrado cobijo en Jordania, donde la inmensa mayoría vive en la pobreza en comunidades locales en lugar de en campos de refugiados. Otros países receptores de sirios son Líbano, Turquía, Irak y Egipto.

En Jordania, unos 440.000 refugiados reciben actualmente cupones de comida del PMA, cuya ayuda disminuyó en varias ocasiones en los últimos meses.

Unos 211.000 beneficiarios de las ayudas alimentarias, considerados los más vulnerables, reciben 14 dólares por persona y mes, y la financiación para estos casos está garantizada hasta noviembre, dijo el PMA.

Se considera que el resto está en una situación más benevolente porque miembros de la unidad familiar podrían encontrar empleos precarios, a pesar de que los refugiados tienen casi prohibido trabajar en Jordania.

"Desafortunadamente, a menos que recibamos contribuciones adicionales, a partir de septiembre no recibirán nada", dijo Cousin.

En Irak, por su parte, el PMA anunció más recortes en ayudas alimentarias para el cerca de un millón de desplazados.

"La situación es desalentadora", dijo Cousin tras reunirse con Jaldiyeh Husein, madre de ocho hijos, en su refugio de una habitación en el vecindario de Hashemi al-Shamali, en Amán.

Hussein, que huyó de su localidad natal, Homs, hace dos años y medio, contó a Cousin que principalmente cocina arroz y que ya no puede permitirse productos frescos.

Se enfrenta a un desahucio por retrasos en el pago del alquiler, en parte porque dedica el dinero del alquiler a comida, y podría tener que elegir entre trasladarse a un campo de refugiados, donde la vida es más barata, o mudarse con un hermano que también tiene a una familia a su cargo.

Hussein, flanqueada por sus hijos, dijo que le gustaría que su hija mayor, Hamida de 17 años, se casase para ayudar a aliviar la carga económica. Hamida sostiene que es demasiado joven y Hussein contó a Cousin que respetará los deseos de su hija.

Cousin y sus invitados se sentaron sobre un colchón tirado en el suelo de la pequeña habitación. Otro colchón, para dormir, estaba colocado en una esquina.

En un momento de la visita, la jefa del PMA pidió ver la cocina en un pequeño cuarto adyacente. Hussein abrió la puerta del frigorífico, donde había unos pocos huevos, un poco de arroz y pan de pita en el congelador.

En una parada previa en su visita, Cousin conoció a 13 niños de entre 11 y 18 años en un centro de jóvenes en el barrio de Mahata, también en la capital jordana. El grupo estaba formado en su mayoría por refugiados sirios, pero también había unos pocos jordanos.

Ninguno de ellos estudiaba. Algunos tuvieron que dejar la escuela para trabajar y ayudar a sus familias.

Amer al-Farraj, de 16 años, dijo a Cousin que abandonó el colegio después de la reducción de la ayuda alimenticia a su familia. Ahora trabaja repartiendo botellas grandes de agua a domicilio.

Otros dos chicos contaron que ayudaban a sus padres como obreros de la construcción y que necesitaban trabajar para ayudar a sus familias a pagar el alquiler.

Casi todos apuntaron que les gustaría volver a estudiar.

Preguntados por sus aspiraciones, uno de los jóvenes dijeron que antes de huir soñaba con convertirse en atleta. Otro dijo que quería ser abogado y un tercero confesó que en su día deseaba convertirse en piloto comercial.

Cousin dijo más tarde que a estos jóvenes se les había robado el futuro.

"Ninguno de los grandes sueños de estos chicos podrá cumplirse porque viven el día a día y esto requiere que trabajen", dijo. "El reto es que, finalmente, esta crisis terminará, y cuando lo haga ¿qué pasará con estos chicos que hoy están trabajando para ayudar a alimentar a sus familias? No tienen un mañana".

La jefa del PMA, que esta semana visita Líbano y Yemen, dijo que no es que los donantes ofrezcan menos dinero que en el pasado, sino que "la necesidad está sobrepasando a la generosidad tradicional" por las exigentes demandas de las crisis humanitarias en esa región y en otras partes del mundo.

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